Estoy profundamente arraigada, no puedo mentirme.
No puedo negar que siempre que he intentado zafarme del árbol no he podido… y que pudiendo no he alcanzado a dar frutos en otro árbol, y que aun dándolos se han podrido, y que incluso podridos me los he comido pero al digerirlos me han destruido.
Y entonces vuelvo al polvo, y vuelvo a encontrarme allí, de nuevo plantada en la misma raíz.
Porque si algo es tan seguro como que no me basto para sobrevivir es saber que pertenezco allí, a esas raíces que se han empecinado en que vuelva a, una y otra vez, a vivir.
…