¡Ah!, noviembre es color melancolía.
¿O será por mi extraña tendencia a necesitar las cosas que me quitó su estadía, pero que nunca fueron, por completo, mías?
Como a la cuidadora que me arrebató su lozanía,
la vitalidad que me resta cada aniversario de sus visitas
o mi techo dispersado por su impiadosa osadía.
¿No te es un mes de complejos trágicos,
cuestionamientos extraños, triviales y álgidos?
Al round onceavo le pertenecen mis noches más oscuras; y me las pagaría todas y cada una si no lo hubiese compensado su cielo de rebosante luna, su tanda de centellas diurnas y esas madrugadas relajadas que presumían a su única y resplandeciente estrella de la mañana.
Y puede sonar honroso
pero me resulta extraño
que a pesar de su trato tortuoso
lograse atraparme en sus trucos cada año.
¿No te parece un mes de mentiras,
o sólo son impresiones mías?
Pues a mi strike cuatro le sumó siete más y en veintiséis días me lograron atrapar dos décadas vida.
¡Ah!, noviembre y su melancolía.