21 gramos
Pronunciada originalmente por Dante Gebel en su prédica “21 gramos”
Ante la teoría de que el alma pesa alrededor de 21 gramos, te escribe alguien que quiere decirte algo:
Te estoy esperando.
Soy tímida, terriblemente tímida, incluso soy tímida perteneciendo a la persona más ruidosa que puedas conocer.
No tengo la capacidad de gritar, solo puedo susurrar. Y a veces hay gente que en toda su vida no me nota, pero estoy aquí, esperando.
No me encuentro en la superficie, tienes que excavar, escuchar y mirar con paciencia para encontrarme.
Pero te hablo, hablo mediante tu confusión, mediante tu espera, mediante tu dolor, ¿viste cuando tartamudeas, cuando dices algo que no quieres decir, eso que le llaman el acto fallido? “ay, se me salió del…” se trata de mí.
También se trata de mí cuando contemplas por la mañana una puesta de sol, esos actos diminutos sagrados que a veces das por común.
Cuando te tienta la carcajada de un bebé. O escuchas música y sientes un nudo en la garganta, sí, soy yo la que te hace llenar los ojos de lágrimas, ese poder sí lo tengo. Pero cuando estás adicto a algo, soy yo la que está encadenada.
Cuando el sol se queme, la luna se transforme en sangre y el universo se derrita, yo voy a permanecer aquí. Te advierto que puedo ser herida, perdida, rechazada… o redimida.
Bueno, tus circunstancias en realidad importan para tu felicidad menos de lo que piensas ¿sabes lo que hace tu felicidad?, mi salud. Mi salud es lo que hace que tu vida sea un cielo o un infierno.
Y mi querido, mi querida, no te puedo asegurar si realmente peso 21 gramos, porque al cabo es irrelevante, tampoco te puedo dar garantía si algún día voy a mirar tu cuerpo inerte desde… en una cama, desde dos metros del suelo. Solo puedo asegurarte que tu vida, tu felicidad, tu salud mental, espiritual y emocional, dependerá pura y exclusivamente de lo que hagas conmigo y cómo me cuides.
¿Ya adivinaste, no? Y claro, soy tu alma, soy tu arroyo. Y tú, eres nada menos que el cuidador.
No lo olvides.